Se ha convertido en tendencia nombrar a los bebés con nombres neutros, es decir que sea indistinto si es para hombre o para mujer.
Si antes estuvo de moda llamar a los bebés Brian, Britany, Ian, Iker, entre otros, ahora están de moda Azul, Índigo y Mar.
Aunque resulta mala idea asignar un nombre de por vida a una persona basado en la moda en turno, si te puedes inspirar en un nombre no binario.
Algunos ejemplos y su significado son:
Neftalí: nombre hebreo, que significa “al que Dios ayuda en su lucha”.
René: de origen latino, significa “Nacido de nuevo”.
Paris: de origen griego, su significado es “amante”.
Noah o Noa: de origen hebreo, significa “descanso” o “paz”.
Noel: de origen francés significa “Navidad”. Tradicionalmente se llamaba así a los niños nacidos el 25 de diciembre.
Cruz: de origen latino, nombre en honor a la cruz de Jesús.
Robin: Proviene del hebreo y significa “mi mensajero” o “mi ángel”.
Suré: Del Tarahumara que significa “tiene corazón”.
Yeray: un nombre que tiene su origen guanche (un pueblo que habitó las Islas Canarias en el siglo XV) cuyo significado es “grandeza” o “fortaleza”.
Francis: Derivado del francés y se usa para Francisco o Francisca.
Los beneficios de tener un nombre unisex radican en no ser identificado de acuerdo con el genéro, sino más allá y el no imponer de una identidad sexual.
Un rasgo a tomar en cuenta antes de asignar un nombre a un recién nacido es la cultura, es preferible elegir un nombre genuino, es decir que son aplicables para hombres y mujeres pero en la misma lengua, por ejemplo Guadalupe.
Un ejemplo del choque cultural podría ser con el nombre de “Andrea” que en italiano es masculino, pero en castellano femenino.
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Un último detalle a considerar sería lo relacionado a los trámites y legislación, si puedes ahorrarle algunos malos ratos a tu futuro hijo o hija porque algún burocrático escribió mal su nombre, te lo agradecerá.
MGG