Martha Daniela Guerrero
Durante la primavera de 2020, Gustavo Ajche pasaba por el atrio cerrado de 60 Wall Street en su bicicleta eléctrica, con la esperanza de que el habitual lugar de descanso para los repartidores de Manhattan abriera sus puertas. Cuando llegó el invierno, en pleno apogeo de la pandemia, el Covid-19 había empujado a miles de conductores de aplicaciones de reparto como Ajche a las calles de la ciudad, recorriendo edificios, hospitales y hogares para llevar comida y víveres a neoyorquinos aislados.
Pese a su designación como trabajadores esenciales, alrededor de 65,000 repartidores, la mayoría de ellos migrantes de Guatemala, México, Asia del Sur, China y África Occidental, se enfrentaban a condiciones de trabajo precarias y peligrosas, incluyendo la ausencia de mascarillas, ingresos por debajo del salario mínimo, distancias de reparto cada vez más largas, poca transparencia sobre propinas, falta de acceso a los baños de los restaurantes y, desde luego, ausencia de espacios públicos para refugiarse o descansar en medio de turnos de 14 horas.
A finales de 2020, Ajche, originario de la región Quiché de Guatemala con casi dos décadas en Nueva York, caminaba por la calle 86 con Ligia Guallpa, directora ejecutiva del Proyecto de Justicia Laboral, un centro de trabajadores migrantes que ha apoyado a los repartidores en su larga lucha por mejores salarios, seguridad y mayor control sobre su trabajo. Al pasar por un puesto de periódicos abandonado, Ajche recuerda haberle dicho a Guallpa que este tipo de espacios podrían reutilizarse como refugios y lugares de descanso para trabajadores de reparto.
Como líder y cofundador de Deliveristas Unidos, un colectivo laboral de base liderado por repartidores indígenas guatemaltecos y mexicanos que surgió en el verano de 2020, Ajche le informaba a Guallpa sobre las preocupaciones de los conductores, incluyendo la necesidad de descansar, refugiarse y cargar sus bicicletas eléctricas en medio de largas jornadas en bicicleta y turnos físicamente agotadores.
“Los que trabajamos en la calle todos los días, sin oficina y sin posibilidad de recargarnos, también somos seres humanos, también tenemos necesidades básicas”, dijo Ajche. “No estamos hablando de lujos, estamos hablando de la posibilidad de sentarse cinco minutos después de un turno cansado, de almorzar cuando llevas cuatro horas seguidas en tu bicicleta, de hablar con otros repartidores cuando no has hablado con nadie en todo el día. Es la idea de tener un lugar seguro, un lugar decente para descansar”.
Desde las ilusiones iniciales de Ajche durante la pandemia, los centros de trabajadores de reparto se convirtieron en una de las principales exigencias de Deliveristas Unidos a las autoridades municipales y a empresas de reparto. Tras dos años de organización, los conductores migrantes obtuvieron una victoria histórica cuando aseguraron varias protecciones laborales mediante el Ayuntamiento de Nueva York el pasado mes de septiembre, incluyendo estándares salariales mínimos, mayor transparencia por parte de las aplicaciones de reparto sobre propinas y salarios y el derecho a utilizar los baños de los restaurantes.
Las protecciones obtenidas por los repartidores el año pasado no incluían acceso a refugios, pero la idea perduró en Ajche y en otros trabajadores, evolucionando hacia centros de trabajo con estaciones de recarga para bicicletas y teléfonos, así como un espacio para comer y descansar.
“A veces piensas en cosas, esperas cosas, luchas por cosas, y increíblemente se vuelven realidad,” dijo Ajche, quien abogó por los centros pero cuestionó su viabilidad en una ciudad con múltiples regulaciones y un Departamento de Parques que tenía que aprobar la reutilización de espacios. “Estoy muy orgulloso de que este proyecto por fin se lleve a cabo, ha sido un camino largo y nada de esto estaría pasando si no fuera por el trabajo y la presión de los repartidores diciendo, ‘oye, necesitamos esto y nos lo merecemos.’”
Mientras Deliveristas Unidos atrajo a aliados de alto perfil como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez (Demócrata, Bronx/Queens) y el senador Chuck Schumer (Demócrata, Nueva York) a principios de 2022, el alcalde de Nueva York Eric Adams anunció recientemente que la ciudad recibirá un subsidio federal de un millón de dólares para comenzar a convertir los quioscos vacíos en centros para los repartidores.
“Es un gran avance y un gran cambio”, dijo Schumer, quien inicialmente anunció su compromiso de ayudar a financiar la idea durante una reunión con Deliveristas Unidos el otoño pasado, describiendo la iniciativa como “la primera infraestructura de su tipo para repartidores en todo el país.”
“Los repartidores están ahí fuera haciendo el trabajo duro, día tras día, y son esenciales para la forma de vida de los neoyorquinos y para la economía de nuestra ciudad, y los trabajadores esenciales merecen servicios esenciales”, dijo Adams. “Mientras que la mayoría de las personas tienen espacios de descanso para reposar en sus trabajos, los trabajadores de aplicaciones de reparto no los tienen.”
El primer centro anunciado adaptará un puesto de periódicos abandonado frente al Ayuntamiento, pero la colaboración entre Schumer y Adams aún tardará varios meses en concretarse. Además, estos espacios carecen actualmente de baños debido a su tamaño limitado. Aunque uno de los nuevos proyectos de ley aprobados en 2021 multa a los restaurantes que restringen el acceso a los baños a los repartidores, los conductores siguen denunciando esta práctica
“Es muy difícil hacer valer estas leyes, sobre todo porque muchos de los trabajadores son inmigrantes sin papeles y a veces da miedo denunciar a tu empleador en esas condiciones”, dijo Ajche, refiriéndose no solamente a la continua falta de acceso a baños de restaurantes, sino a las estrategias por parte de las aplicaciones de reparto para no cumplir con los nuevos límites de distancia, nuevas regulaciones de propinas y salarios, y otras leyes que fueron aprobadas el año pasado para proteger a los trabajadores. “Una solución podría ser que empezáramos a recopilar datos sobre los abusos de las aplicaciones y los restaurantes, porque estas cosas siguen ocurriendo pero no siempre se denuncian.”
Ni Adams ni la comisionada del Departamento de Parques y Recreación, Sue Donoghue, especificaron cuántos centros se crearán eventualmente. Parte de los fondos anunciados por Schumer esta semana también se utilizarán para renovar la sede del Proyecto de Justicia Laboral en Williamsburg.
Mientras repartidores esperan los detalles de los centros, así como una cronología más clara, se espera que el puesto de periódicos cerca del Ayuntamiento sirva de refugio para resguardar a trabajadores migrantes de lluvia, nieve y calor extremo, así como para que recarguen sus bicicletas eléctricas y teléfonos.
Centros en estacionamiento también son una posibilidad, aunque todavía no se ha llegado a ningún acuerdo sobre esos espacios. El diseñador de Fantástica Brooklyn, J. Manuel Mansylla, quien trabaja gratuitamente para Deliveristas Unidos, compartió bocetos para estos centros, con superficies de madera, pequeños bancos y bastidores metálicos para bicicletas.
Mientras las aplicaciones de reparto siguen contratando a trabajadores migrantes para dar servicio a uno de sus mayores mercados en Estados Unidos, Ajche señaló la necesidad primordial de mayor infraestructura. “Para mucha gente, la pandemia fue quedarse en casa, pero para nosotros fue una época de trabajo intenso y constante, sin la oportunidad de descansar. Ha sido agotador, y estos centros son una muestra de respeto por nuestro trabajo. Estoy muy emocionado de que por fin sean reales.”