En algún punto de su historia, Juárez parece sacada de un escenario del futuro: apocalíptica, violentada, deshecha, “la ciudad es apenas perceptible”, tal y como la describiría en el 2015 el especialista urbano Jordi Borja en su ensayo “La no ciudad”.
¿Qué le duele a Juárez?, ¿qué le falta?, ¿qué podemos esperar de los gobiernos entrantes? Son algunas de las preguntas que especialistas responden en esta serie, donde a través de sus visiones particulares, se desenmaraña la historia de esta ciudad fronteriza, en la que el olvido y la ambición, pero también la esperanza y la resiliencia, decidieron cimentar su hogar.
Aunque el crecimiento económico logró posicionar a Juárez como un sitio ideal para la inversión extranjera, el desarrollo territorial, lejos de ir a la par con la necesidades de la ciudad, aumentó de manera acelerada, gracias a la ventajosa posición que políticos, empresarios y terratenientes sacaron de la necesidad de la ciudadanía.
Esta situación trajo consigo problemas que a la fecha, en la tercera década del siglo 21, siguen siendo latentes y que se contemplan de lejana solución.
Sin drenaje pluvial con calles sin pavimentar o mal pavimentadas, con progreso intermitente como su alumbrado y con grandes rezagos en materia de infraestructura urbana, la ciudad creció de manera dispersa y desordenada.
De la ciudad soñada a la ciudad de las carencias
En 1992, el entonces candidato por el Partido Acción Nacional a la presidencia municipal, Francisco Villarreal Torres, analizó en su campaña los principales problemas que aquejaban al municipio de Juárez. Y en su visión a largo plazo, planteó la posibilidad de adoptar como modelo de ciudad a Curitiba, Brasil.
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Las ciudades de ensueño como Curitiba, desde la visión del ya electo alcalde Villarreal, eran modelos para implementarse en Juárez. Dieron origen al Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) fundado en 1995 y cuyo principal objetivo era replantear el crecimiento ordenado de la ciudad.
Villarreal nunca pudo ver cristalizado su sueño debido a que no se puede hacer una réplica de Curitiba, que es una ciudad creada, como Brasilia, en la que los arquitectos y urbanistas deciden cómo sería y no es lo que ocurre aquí, que el crecimiento se define por otros intereses, refirió Andrés Carbajal Casas, ex subsecretario de Comunicaciones y Obras Públicas de Gobierno del Estado en la Zona Norte.
Curitiba, considerada hoy en día como ejemplo de planificación urbana paisajista sostenible, la principal ciudad del sur de Brasil y capital de Paraná, es considerada como la ciudad brasileña más limpia y con mejor calidad de vida en América del Sur.
Curitiba fue el sueño de ciudad que tuvo Villarreal y que por distintos factores, entre ellos los políticos, legales, culturales e incluso empresariales, nunca se cristalizó.
El rezago en pesos
En números conservadores, el titular del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), Roberto Mora Palacios, consideró que para abatir el rezago básico que actualmente enfrenta la ciudad, se necesitarían cerca de 60 mil millones de pesos. El Municipio recibe un promedio de 5 mil 500 millones anualmente, por lo que necesitaría invertir íntegramente su presupuesto equivalente a casi 11 años.
El rezago básico es lo que se requiere en materia de pavimentación, transporte público, escuelas y servicios de salud, conforme a los estándares de ONU en el rubro de hábitat, precisó.
Con un presupuesto de apenas 5 mil millones anuales para todo, queda claro que aquí tiene que haber el apoyo del Gobierno federal y estatal para poder ir poco a poco solventando, añadió.
Corrupción, ambición e ignorancia, los orígenes del desorden urbano
Para Andrés Carbajal el crecimiento desordenado de la mancha urbana es atribuible a tres factores: corrupción, ambición y desinformación o ignorancia.
“Juárez ha sido tierra fértil para esto, porque desde su misma condición de abandono de siglos, en su descuido del centro hacia las orillas, en Juárez nadie se dio cuenta hasta que explotó, hasta que vino la maquila y entonces los rezagos eran ya muchísimos. ¿Qué sucedió? Trató de atenderse pero se le dieron aspirinas a un canceroso”, señaló.
Durante el siglo 20, Juárez careció de planeación a diferencia de El Paso, Texas, donde la ciudad cuenta con ingeniería que le autoriza cualquier construcción y define las cotas de las calles, y en El Paso, las calles son canales, donde el agua no se detiene. Aquí, las calles no son canales, son estanques. Esa es la diferencia, apuntó.
Ciudad Juárez, al estar ubicada en su origen en los márgenes de un río, en la parte más baja del límite fronterizo y su parte más alta hacia el sur, indicaba que los escurrimientos naturales llegarían de sur a norte a través de arroyos naturales y lagunas que existían antes de que fuera ciudad, recordó Carbajal Casas.
Esa serie de escurrimientos se ignoraron y se plantó una plasta de desarrollo urbano, sobre la superficie, sin pensar en los niveles, ni en nada de lo que la naturaleza nos está enseñando en zonas como Pradera Dorada o El Barreal, que eran lagunas naturales, espacios que de manera natural cobraron factura a los juarenses por la mala planeación, agregó.
La ciudad de las carencias
Juárez es una ciudad de muchas carencias. Muchas de ellas se pueden explicar al paso de la historia o igual las cosas que se hicieron mal desde el principio, sostiene Jorge Balderas Domínguez, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), al referir que la instalación de la maquila en la franja fronteriza parecía que vendría a dar solución al problema del desempleo.
Sin embargo, ante el crecimiento poblacional desmesurado, propiciado por los nuevos habitantes que llegaron a sumarse a las filas de trabajadores, se dio también la necesidad de vivienda, provocando asentamientos humanos irregulares que fueron aprovechados como botín político de gobernantes que encontraron mediante la entrega de predios, la prebenda de votos en tiempos electorales, señaló.
Aunado a ello, los grandes desarrolladores de inmobiliarias fueron edificando viviendas en zonas alejadas de la ciudad, encareciendo aún más el costo por introducir los servicios. Todo bajo la permisibilidad de los gobiernos, según se encuentra documentado en las distintas décadas en archivos periodísticos.
Estas graves omisiones generaron gran rezago histórico en cuestiones como el drenaje pluvial, señaló Balderas, observándose hoy en día cómo una ligera lluvia vuelve caótica la ciudad.
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La mala calidad urbana contrasta con la que se tiene en los parques industriales, afirmó el sociólogo. Son sitios que cuentan con buena infraestructura, vialidades e iluminación, convirtiéndose algunos de ellos en verdaderas zonas de confort.
“Es un contraste con la base obrera que a veces vive a un lado, y se puede ver el abismo en cuanto a infraestructura y servicios”, apuntó.
Este texto es original de El Norte Digital con quien Informe Confidencial tiene un acuerdo para publicarlo.
JGR