La próxima semana empezará en la Ciudad de México la vacunación en general de la población mayor de 30 años sin importar su alcaldía de residencia, esto ante el crecimiento de contagios en las últimas semanas entre ese sector.
Para ello, el gobierno capitalino anunció que se usará la vacuna rusa Sputnik V, la cual según el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, parte del Ministerio de Salud de Rusia, tiene una eficacia de 97%.
El virus SARS-CoV-2 está colmado de proteínas que usa para entrar a las células humanas. Estas proteínas, llamadas de espiga, son un blanco tentador para posibles vacunas y tratamientos.
La Sputnik V se basa en las instrucciones genéticas del virus para armar la proteína de espiga. Sin embargo, a diferencia de las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna, que almacenan las instrucciones en ARN monocatenario o de una sola cadena, la Sputnik V usa ADN bicatenario.
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Los investigadores desarrollaron su vacuna a partir de distintos adenovirus, un tipo de virus que causa resfriados.
Para ello agregaron el gen de la proteína de espiga del coronavirus a dos tipos de adenovirus, uno llamado Ad26 y otro llamado Ad5, y los modificaron para que pudieran invadir las células, pero sin replicarse.
La Sputnik V es el resultado de décadas de investigación sobre vacunas desarrolladas con adenovirus.
Después de que la Sputnik V se inyecta en el brazo de una persona, los adenovirus chocan con las células y se adhieren a las proteínas que hay en su superficie. La célula envuelve al virus en una burbuja y lo absorbe. Ya que está dentro, el adenovirus escapa de la burbuja y viaja hacia el núcleo, la cámara que alberga el ADN de la célula.
El adenovirus inserta su ADN en el núcleo. El adenovirus está modificado a fin de que no genere copias de sí mismo, pero la célula puede leer el gen de la proteína de espiga del coronavirus y copiarlo en una molécula llamada ARN mensajero, o ARNm.
Algunas de las proteínas de espiga que produce la célula forman espigas que migran a su superficie y extienden sus puntas. Las células vacunadas también separan algunas de las proteínas en fragmentos, que presentan en su superficie. Entonces, el sistema inmunitario puede reconocer estas espigas protuberantes y fragmentos de proteínas de espiga.
El adenovirus también provoca al sistema inmunitario al activar los sistemas de alarma de la célula. La célula envía señales de advertencia para activar las células inmunitarias cercanas. Al hacer sonar esta alarma, la Sputnik V hace que el sistema inmunitario reaccione con más potencia a las proteínas de espiga.
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Cuando una célula vacunada muere, sus restos contienen proteínas de espiga y fragmentos de proteínas que después puede captar un tipo de célula inmunitaria llamada célula presentadora de antígenos.
La célula presenta fragmentos de la proteína de espiga en su superficie. Cuando otras células, llamadas linfocitos T colaboradores, detectan estos fragmentos, estas pueden hacer sonar la alarma y ayudar a convocar a otras células inmunitarias para combatir la infección.
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Otras células inmunitarias, llamadas linfocitos B, podrían chocar con las espigas del coronavirus en la superficie de las células vacunadas, o con fragmentos de proteínas de espiga que estén flotando. Unos cuantos linfocitos B quizá logren adherirse a las proteínas de espiga. Después, si los linfocitos T colaboradores activan estos linfocitos B, comenzarán a proliferar y secretar anticuerpos que atacarán a la proteína de espiga.
Los anticuerpos pueden adherirse a las espigas del coronavirus, marcar el virus para que sea destruido y bloquear la infección al impedir que las espigas se adhieran a otras células.
Las células presentadoras de antígenos también pueden activar otro tipo de célula inmunitaria llamada linfocito T citotóxico para que busque y destruya cualquier célula infectada de coronavirus que presente fragmentos de proteína de espiga en su superficie.
A algunos investigadores les preocupa que, al recibir una vacuna de adenovirus, nuestro sistema inmunitario quizá produzca anticuerpos para combatirla, por lo que una segunda dosis no tendría efecto. Para evitar esto, los investigadores rusos usaron un tipo de adenovirus, Ad26, para la primera dosis, y otro, Ad5, para la segunda.
El Instituto Gamaleya ha anunciado que la vacuna Sputnik V tiene una tasa de eficacia del 91,4 por ciento.
JGR