Las gallinas están dejando las granjas para volver a las casas de las familias mexicanas, en especial en grandes urbes como la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey.
“Es como tener otra mascota”, dice Angie Montemayor, que tiene una gallina llamada Lupita.
“Hay que cuidarla. Hay que sacarla. Hay que limpiarle. Hay que quererla”, señaló la mujer al diario Reforma.
Aunque la crianza doméstica de estas aves no es algo nuevo, cada vez más personas están recuperando la tradición en los patios o jardines de sus casas en la ciudad para tener huevos frescos y una alimentación más natural.
También hay quienes recurrieron a las gallinas para tener una fuente segura de alimento en medio de la incertidumbre que despertó la pandemia y para que les ayuden a fertilizar sus huertos urbanos.
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A cambio, las gallinas ayudan a evitar plagas porque también se alimentan de los insectos y las hierbas de los cultivos.
“Para mí es mejor que tener perros”, señaló Javier Serrano, que destaca que sus cuatro gallinas dan huevos de mejor calidad que las marcas comerciales y su cuidado es sencillo.
JGR