En Tepito, Ciudad de México, surgió el culto del Angelito Negro, una devoción al diablo acompañada de rituales y simbolizada por un altar cerca al templo de la Santa Muerte.
En el altar, la figura del Angelito Negro esta senado en medio de una gigante estrella invertida que ocupa toda una pared de la habitación. A sus pies hay dinero, veladoras, muchas latas de cerveza, una copa de vino, una pizza y varios círculos de sal en el suelo que sirven para limpiar de energías negativas el espacio.
A las laterales del altar, hay cruces negras invertidas.
Todo esto en una pequeña habitación de una viviendo particular en Tepito, el Angelito Negro, vestido de blanco y con grandes cuernos, es el rey.
“Yo le empecé a brindar culto al Angelito Negro desde que mi madre se puso mala, tuvo cáncer. Y le pedí y prometí que si él me ayudaba a que mi madre saliera del cáncer yo me entregaba en cuerpo y alma”, explica Alexis, de 27 años, padre de dos hijos y cuida el altar.
El joven viajó a Pachuca, en Hidalgo, para conocer a Óscar Pelcastre, conocido como el Obispo Negro, el principal impulsor de este culto en las ultimas dos décadas.
Tras pasar varias pruebas, Alexis entró a formar parte del culto. Y como prueba de su devoción llevó una figura de Satanás hasta Tepito.
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“Hay muchas personas, desde niños hasta mujeres. Personas buenas y personas malas. Aquí hay de todo. Hay creyentes y está abierto a todo el mundo. Incluso vienen políticos”, cuenta.
El joven asegura que el Angelito Negro cumple todo lo que le pides, pero rechaza que sea un pacto peligroso con el diablo.
“Todos tienen ese miedo sin saber que uno es el que lo hace malo a él. Todos tienen esa impresión de que él es malo. Pero si tú te acercas y le pides cosas buenas, él te va a dar cosas buenas”, agrega Alexis, convencido que la curación de su madre fue gracias al Angelito Negro.
México es el segundo país con más católicos tras Brasil, con más de 97.8 millones de personas, según el censo de 2020 del INEGI. Este porcentaje es menor al 82.7 por ciento del censo de hace una década, se puede ver un creciente desapego hacia el catolicismo.
Javier, después de ser monaguillo y abandonar su pueblo natal de Puente Jula, una localidad en Veracruz, es seguidor del Angelito Negro.
“Me siento bien con él y me ha dado lo que le he pedido. Me ha abierto muchos caminos, y me ha dado muchísimo trabajo en mi vida. Y es así como empecé a creer y a adorarlo”, cuenta el joven músico.
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Para ser devoto del Angelito Negro no es necesario rechazar otras religiones o cultos. De esta mezcla de sociedades, creencias y mercancías se nutre el barrio de Tepito. Ya que la magia de Tepito es que hay sitio para todos, con avanzar 50 metros más y te topas con la Villita, una capilla católica construida en plena calle y dedicada a la Virgen de Guadalupe.
AAM