Maximino Ávila Camacho es uno de los personajes más polémicos de la historia de Puebla durante el último siglo.
Nació el 23 de agosto de 1891 en Teziutlán, hijo de Manuel Ávila Castillo y Eufrosina Camacho.
Tuvo dos hermanos, Manuel y Rafael. Los tres hermanos hicieron una carrera militar; por diferentes razones los nombres de Manuel y Maximino destacan en la historia.
Ambos combatieron en la Guerra Cristera, pero mientras Manuel tuvo una postura negociadora, Maximino incendiaba localidades rebeldes y fusilaba prisioneros.
Desde joven, Maximino destacaba por su arrogancia y gusto por las mujeres y el juego.
“Era seductor con las mujeres y, con los hombres, ejercía el encanto del macho alfa. Amante de los toros y los caballos, con frecuencia se le veía en los cosos retando a la muerte; vestido de corto, montaba gallardo acompañado de alguna de sus bellas amantes sin el temor de verse descubierto. Era soberbio y ególatra”, explica la página de historia de México, Wikiméxico.
En 1937 se convirtió en el gobernador del estado de Pueblo con la anuencia del entonces presidente, Lázaro Cárdenas. Su principal ambición era llegar a la presidencia de la República, pero esto nunca ocurrió.
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En 1940, su hermano menor Manuel Ávila Camacho fue postulado como candidato a la presidencia por parte del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), antecedente del PRI.
Esto enfureció a Maximino, ya que consideraba a su hermano débil y constantemente se burlaba de él; incluso lo apodaba “el Mantecas” de manera despectiva.
Aceptó haber perdido la candidatura y se convirtió en el primero en ambicionar su sucesión. Fue Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, y desde su cargo empezó a tejer una red que le permitiera postular su candidatura, pero una vez más la presidencia le fue negada.
Aunque Manuel amaba a su hermano, sabía que no tenía el apoyo del grupo en el poder para postularse, por lo que designó como candidato oficial a Miguel Alemán, el llamado “cachorro de la Revolución”.
Maximino confrontó a Miguel Alemán en varias ocasiones, llegó al grado de amenazar de muerte, aunque esta amenaza nunca llegó a cumplirse.
A principios de 1945, Maximino Ávila Camacho murió durante una comida en su honor, realizada en su casa, ubicada en el barrio Xonaca. Se dice que el político fue envenenado.
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“A partir de ese momento, la sonrisa de don Miguel Alemán dominó la campaña presidencial y el primero de diciembre de 1946 se convirtió en el primer presidente civil del siglo XX mexicano”, cuentan los historiadores de Wikiméxico.
AAM