Enrique Villarreal
En el Día Internacional de la Tierra, el presidente Joe Biden inauguró una cumbre mundial sobre el clima para anunciar los objetivos de su país para combatir el cambio climático y comprometer a las naciones en el logro de un futuro sustentable. La actual sequía que sufren diversos países, entre ellos México, es otra de las muchas alertas de la devastación ecológica global.
Pero justo en ese día, en la ciudad de México se anunció una contingencia ambiental, y también se difundió la extinción del glaciar Ayoloco (volcán Iztaccíhuatl), sin olvidar que siguen los incendios forestales en varias partes del país, y la desertificación que sufre Cuitzeo y otros lagos de México. Si bien este deterioro ecológico viene de décadas atrás, éste se ha acentuado dramáticamente en el presente sexenio. El Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, la termoeléctrica de Huexca, el retorno a los combustibles fósiles y energías sucias, y el asesinato de ambientalistas, son sólo ejemplos depredación ecosistémica y criminal promovidas deliberadamente por el gobierno actual.
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Ante ello, no sorprende que el presidente López Obrador intentara con “Sembrando Vida” tapar el desastre ambiental que han ocasionado sus políticas, aun a costa de hacer el ridículo mundial, dado el inocultable el fracaso de dicho programa.
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