Teresa, Silvia, Pamela y Julieta, son algunos nombres de mujeres que perdieron su empleo durante la crisis de Covid-19. Las historias son parecidas, unas son mamás, otras viven solas y algunas tuvieron que regresar con sus papás.
El Covid-19 ha impactado severamente la vida de las mujeres de América Latina. Los resultados de una encuesta hecha por la Organización de Naciones Unidas (ONU) muestran los niveles de vulnerabilidad en México, Chile y Colombia, pues han perdido empleos e ingresos y se ha incrementado el tiempo que dedican al trabajo no remunerado, lo cual ha causado problemas emocionales.
En México, 47 por ciento de las entrevistadas perdió su empleo o cerró su negocio como consecuencia de la crisis sanitaria, mientras que el 75 por ciento realiza una actividad laboral por cuenta propia y ha bajado el número de horas que dedican al trabajo remunerado.
Julieta es maestra de secundaria, pero en junio de 2020, la escuela privada para la que labora decidió hacer un recorte y ella salió entre las afectadas. No tuvo una liquidación, además de que se le avisó en “viernes de quincena”. Actualmente sigue sin encontrar un trabajo.
Por su parte, Pamela estaba en proceso de contratación en marzo del año pasado, pero la mala suerte le tocó cuando se decretó el color rojo en México y su proceso se canceló. Estuvo cuatro meses sin empleo, hasta que decidió emprender junto con una amiga y lanzaron un ecommerce de productos para el hogar, como sillas, escritorios, cuadros, etc.
Esta emprendedora tuvo que regresar a vivir con su mamá y hermana, pero su sueño le duró cinco meses, pues en enero de 2021, ya no pudo sostenerlo y decidió cerrarlo.
De acuerdo con los datos que ofrece la ONU, la mayoría, 65 por ciento, son el principal sostén económico de su familia y habitan con niños menores a 12 años, pero por la falta de ingresos han dejado de pagar el alquiler o la hipoteca de su hogar.
El tiempo que las mujeres mexicanas destinan al trabajo y cuidados es incluso tres veces superior al que realizaban los hombres antes del Covid-19. A esas horas de labor no remunerada se han sumado, de acuerdo con el estudio de ONU-Mujeres, tiempo como facilitadoras de educación a distancia, “tarea para la que no tenían ninguna preparación” y deben realizar al mismo tiempo de las demás.
Los datos no mienten
Antes de la pandemia de Covid-19, la proporción de mujeres en edad de trabajar que efectivamente estaba en el mercado laboral en Latinoamérica era de 52%, pero al cierre de 2020 cayó a 46%. Eso implica que se pierda lo que se había avanzado en una década por la inclusión laboral de las mujeres, advirtió la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL).
Asimismo, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), indica que cada mujer dedica en promedio 40 horas a la semana al trabajo de cuidado no remunerado, mientras que cada hombre solo 13 horas.
Un caso que refleja estos datos es el de Teresa, quien es comunicóloga, pero en marzo de 2020 la revista en la que trabajaba hizo un recorte que le tocó a ella; sin embargo la liquidación fue conforme a la Ley, y eso le ayudó a estar “tranquila” algunos meses. Ella vive con sus papás y es el sustento de la familia. Hasta el día de hoy no ha encontrado un trabajo de tiempo completo, se ha dedicado a freelancer algo “mal pagado, sin horarios, pero lo aceptas por necesidad, porque no puedo quedarme sin hacer nada”, nos dice en entrevista para Informe Confidencial.
Mientras ella edita videos, su mamá es quien se dedica al hogar, cuida a su abuelita, hace de comer para todos y limpia la casa, un trabajo nada remunerado y del cual, le invierte más de seis horas.
Al no existir un pago de por medio se pierde de vista su valor económico, pero el cálculo de INEGI es que en 2019 el trabajo de cuidado representó el 22.8 por ciento del PIB.
Silvia tiene 55 años, es mamá de tres y la crianza la hizo sola. Estuvo siete meses sin trabajo, por lo que se fue al informal. Vendía accesorios para celulares en los mercados que estaban abiertos, así como productos de catálogos como Natura o tupperware.
Tiene un hijo en secundaria y otro en preparatoria, el mayor decidió ayudarla con los gastos de la casa. Sí, el aseo de la casa, la preparación de alimentos, la planeación de las compras y administración del presupuesto, la crianza de niñas y niños, el cuidado de personas enfermas o con discapacidad; en resumen, todas las actividades que nos brindan bienestar y que sostienen la vida, son trabajo, y no remunerado.
Las empresas y organizaciones deben diseñar políticas que permitan a las personas trabajadoras, hombres y mujeres, conciliar su actividad profesional con las labores domésticas y de cuidado.
Por su parte, Belén Sanz, titular de ONU-Mujeres en México, indicó que los efectos de la pandemia han sido más devastadores entre ellas que en los hombres. Los resultados de los estudios reflejan situaciones muy similares entre las de Colombia y Chile.
Los números para 2021 no son favorables, y se espera que para finales de año los datos sean más catastróficos, pero también se hace el llamado al Gobierno para que los apoyos o los programas apoyen a las mujeres.
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JVR