El primer barco que se mueve gracias a las energías renovables y el hidrógeno es el Energy Observer. Y para demostrarlo, está realizando una travesía que durará siete años y en la que recorrerá 50 países.
De esta forma, demostrará que las energías renovables son el futuro para nuestro planeta y un aliado en la lucha contra el cambio climático.
El barco ya recorrió más de 9 mil kilómetros con lo que completó la primera parte de su “Odisea para el Futuro”, un programa de concienciación que se plasmará en una serie de documentales.
La embarcación se alimenta de energía solar, eólica e hidráulica pues cuenta con sistemas que convierten el agua de mar en hidrógeno. Todas son alternativas para sustituir a los combustibles fósiles.
El Energy Observer cuenta con una plataforma de 202 metros cuadrados cubierta de paneles solares y la electricidad que se genera se almacena en una serie de batería de iones de litio. Sobre la cubierta instalaron dos velas Oceanwings de la compañía VPLP que fueron empleadas por primera vez en los barcos de la America’s Cup.
Se trata de velas de ala verticales de 12 metros cada una con una superficie de 31,5 metros cuadrado y que pueden girar 360 grados. Una computadora es la encargada de controlarlas para ajustar su funcionamiento a las condiciones del viento.
Cuando el barco se mueve gracias a la energía del viento, el movimiento del agua hace girar una hélice hidrogeneradora que está conectada al motor eléctrico convirtiéndolo en una turbina generadora cuya energía se almacena también en las baterías.
Mediante electrolisis, la electricidad acumulada en estas baterías se emplea para separar el hidrógeno del oxígeno del agua de mar que el Energy Observe recoge y purifica, que también se utiliza para beber. El hidrógeno se emplea en una celda de combustible desarrollada por Toyota que puede alimentar el motor eléctrico que mueve el barco cuando el viento se calma.
El capitán y fundador de la expedición, Victorien Erussard, aseguró que se puede navegar sin emitir emisiones de dióxido de carbono, así como sin el ruido que emiten los barcos comerciales que perjudica a los ecosistemas marinos.
El barco, de 30 metros de largo y 13 de ancho, es un “laboratorio flotante” que tiene “una historia muy bonita”, ya que perteneció a Peter Blake, ganador de la Copa del América, y que representa el deseo de “no querer morir” y “estar siempre a la vanguardia de la tecnología”, explicó Erussard.
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