Si nosotros no tenemos el control de nuestras finanzas, serán ellas las que nos controlen (o nos descontrolen). Es por esta razón y partiendo de lo básico en el ámbito de las finanzas personales, que lo primero en lo que debemos ocuparnos es en elaborar un presupuesto.
Un presupuesto es un plan diseñado para alcanzar nuestras metas financieras a mediano y largo plazo, asignando pesos y centavos, con el soporte y disciplina de una estrategia que nos permite en todo momento medir nuestros avances para hacer los ajustes necesarios cuando sea preciso.
Una pregunta que debemos formularnos es la de ¿qué es lo que quiero lograr con mi dinero? Tener un mejor control para llegar al final de la quincena, saldar deudas, iniciar con un ahorro, invertir en un negocio, comprar un auto o una casa… todas son excelentes opciones, pero si no sabemos con exactitud la realidad de nuestras finanzas, ¿cómo podemos elegir la que sea más adecuada en este momento?
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Aplicando estas sencillas recomendaciones muy pronto tendremos la respuesta, lo que necesitamos para echar a andar nuestro presupuesto es:
- Establecer nuestras metas. Deben ser específicas, medibles y ubicarlas en el tiempo; corto plazo si queremos alcanzarlas en uno o dos años, mediano plazo si es entre dos y cinco, y largo plazo si es de cinco años en adelante.
- Definir nuestros ingresos mes por mes. Divídelos en fijos y variables, siendo los primeros el salario neto (después de impuestos), y los segundos, los adicionales, como comisiones, bonos, etc.
- Registrar nuestros gastos. También tienes que clasificarlos como fijos y variables. Es aconsejable registrar los gastos todos los días durante un mes en una libreta (también puede hacerse con nuestro smartphone con alguna app disponible). De esta forma podrás jerarquizarlos por importancia y tener una panorámica clara y precisa de en qué gastas tu dinero.
- Reducir fugas de dinero. Una vez que tienes claro cómo mueves tu dinero, puedes determinar qué gastos debes reducir o eliminar. Es conveniente poner bajo la lupa los “gastos hormiga”, que van desde propinas, cigarros, salir de fiesta, el café de diario, etc.
- Determinar capacidad de ahorro. Una vez analizados nuestros ingresos y la distribución de nuestros gastos, podemos determinar la cantidad de dinero que actualmente disponemos para cumplir con nuestras metas financieras. Esta cantidad no debe entenderse como “lo que nos sobra”, sino como un monto destinado específicamente al cumplimiento de nuestros objetivos financieros o al ahorro.
Tener un plan financiero puede representar grandes beneficios, algunos de ellos son los siguientes:
- Nos permitirá llegar con holgura y facilidad al fin de mes, ya que nuestros gastos e ingresos estarán equilibrados.
- Podremos comprar algún capricho de vez en cuando sin que esto signifique un gran sacrificio.
- Nuestros ahorros se irán incrementando constantemente y podremos crear un fondo de emergencia para gastos imprevistos e incluso hacer frente a situaciones como un despido.
- Las deudas no devorarán nuestra cartera (ni nuestros nervios), ya que las mantendremos controladas.
Un valioso consejo: ser disciplinados. Cumplir con lo estipulado en el plan es el único camino que nos llevará a lograr nuestras metas y objetivos financieros, así como a gozar de sus beneficios. Para la reflexión…
Mtro. Jose Luis Rodriguez es integrante de la Comisión de Apoyo al Ejercicio Independiente del
Colegio de Contadores Públicos de México.
JGR