El ahuehuete, testigo de la historia de México

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Luego de la consulta ciudadana que se realizó en la Ciudad de México para elegir al árbol que tomaría el lugar de la Palma, en la cual ganaría el ahuehuete al acumular un total de 77 mil 485 votos. Finalmente fue plantado en Paseo de la Reforma antes conocida como la Glorieta de la Palma en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente.

Esta especie es originaria de Guatemala y México por lo que se trata de un árbol muy representativo del país. El ahuehuete puede vivir hasta 2 mil años y alcanzar una altura de 40 metros. También es denominado como ciprés mexicano o ciprés de Moctezuma.

En 1921, en el marco de las celebraciones del centenario de la independencia de México, el ahuehuete fue seleccionado como el árbol nacional por su esplendor, belleza, longevidad, dimensiones colosales, así como fuerte vinculación cultural. 

Para los aztecas, el ahuehuete, sabino o ciprés mexicano era un árbol sagrado y ceremonial relacionado con el agua. En lengua náhuatl, ahuéhuetl, significa “viejo de agua” pues crece cerca de los ríos. Pero también son nombrados según la lengua indígena local; por ejemplo, se le llama yagaguichiciña, en zapoteco, penhamu en tarasco o tuyuku en mixteco. 

Su nombre científico es Taxodium mucronatum. “Es una conífera de grandes dimensiones que pertenece a la familia de las gigantes secuoyas americanas. 

De vida longeva, se desarrolla en lugares con abundancia de agua, mantos freáticos superficiales, nacimientos de agua o las veras de los ríos”, señala la doctora Beatriz Torres Beristain, investigadora del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana. 

Por su parte, Aurora Montúfar López, profesora-investigadora del INAH, especialista en arqueobotánica, en un texto publicado en “Arqueología Mexicana”, señala que además de sus características morfológicas y resaltar sucintamente su importancia histórica y cultural, apunta la existencia de muestras y artefactos de madera de ahuehuete en el registro arqueobtánico de la Ciudad de México (Herrera, 1990, y Montúfar, 1998). 

“Es hasta ahora, por primera ocasión, que se ha reportado la presencia de restos de pequeños fragmentos de hojas (de 4 a 8 mm de largo por 1 mm de ancho) en un tlecuil (fogón) procedente del sitio arqueológico de Tetzcutzinco, Texcoco, Estado de México y en varias ofrendas de Tlateolco y de la catedral metropolitana. Merecen especial atención las ramas, restos foliares y flores masculinas encontradas en excelente estado de conservación en la Ofrenda 102 de la casa de las Ajaracas, en Ciudad de México”, señala la investigadora. 

Asegura que estos restos permitieron la identificación taxonómica precisa del ahuehuete (Taxodium micronatum) y constatan el significado ceremonial que “el ahora Árbol Nacional de México tuvo entre los pobladores de las grandes ciudades prehispánicas de México-Tenochtitlan, México-Tlatelolco y Texcoco”. 

En su texto “Memoria viviente de nuestra historia (Ahuehuetes: los viejos del agua), la investigadora Torres Beristain cita algunos ejemplares emblemáticos; por ejemplo, dice que en el Bosque de Chapultepec, existió un ahuehuete de 12.5 metros de circunferencia, con 40 metros de altura, llamado “El Sargento” o “El Centinela”, ubicado entre la Fuente de la Templanza y la Tribuna Monumental dedicada al Escuadrón 201. Vivió aproximadamente 500 años, desde tiempos prehispánicos. Desgraciadamente, en 1969 se secó por la contaminación y la falta de agua. 

Además, cita el “Árbol de la noche triste”, que es el ahuehuete donde se dice que Hernán Cortés lloró su derrota el 10 de julio de 1520 y que se encuentra en la Ciudad de México en la calzada México-Tacuba, en la colonia Popotla, en muy malas condiciones. 

“En el actual municipio de San Salvador Atenco, Estado de México, se plantaron en tiempos prehispánicos cerca de 2 mil ahuehuetes que adornaban uno de los jardines de Nezahualcóyotl. El espacio que los alberga fue declarado Parque Nacional “El Contador” por Lázaro Cárdenas, en tierras ejidales de dicho pueblo”, señala Torres Beristain en un texto publicado por la Dirección de la Comunicación de la Ciencia de la UV. 

En 1921 el ahuehuete fue seleccionado como el árbol nacional

Dice que la población de ahuehuetes en este sitio era en 1850 de 500 individuos, en 1925 quedaban 300, en 1949 sólo 275 habían sobrevivido y en la actualidad, al parecer, no quedan especímenes en las delimitaciones del parque. 

“Su muerte fue causada, principalmente, por el agotamiento de los mantos freáticos: Muchos de los tocones que guardaban información de cientos de años fueron usados como madera o para alimentar el fuego”.

Por supuesto, incluye al “Árbol del Tule”, que se encuentra en Santa María del Tule, Oaxaca, como uno de los árboles más longevos del mundo, pues cuenta con más de 2 mil años y con un diámetro de 40 m, es el más ancho de su especie. 

“Hubo teorías que aseguraban se trataba de la fusión de varios árboles, pero pruebas de uniformidad genética demostraron que es un solo individuo”. 

Otro de los ahuehuetes famosos es el de Chalma, que se encuentra en el camino de los peregrinos que van a la población de Chalma, en el Estado de México. 

“Para muchos es un árbol sagrado, a sus pies nace un arroyo, a cuyas aguas se les atribuye cualidades curativas. Los peregrinos cuelgan exvotos, listones con peticiones o agradecimientos, fotografías, cruces, arreglos florales y hasta cordones umbilicales para pedir favores o dar gracias por bendiciones recibidas.” 

Y con mayor detalle, cita el paseo de los ahuehuetes en Ciudad Mendoza-Río Blanco, en el estado de Veracruz, donde existe un bosque de ahuehuetes de más de 10 km, acoge a más de 700 individuos de hasta 12 metros de diámetro y hasta 40 metros de altura, con edades de 200 a 700 años, que atraviesa cuatro municipios (Nogales, Camerino Z. Mendoza, Huiloapan y Río Blanco), y que ha generado incluso el Congreso Nacional del Ahuehuete, que celebró el año pasado su cuarta edición y se realiza en el marco del 1 de Julio, que es el Día Nacional del Ahuehuete.

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