¿Qué sucede cuando da un paso en el camino hacia sus metas y sus sueños y lo primero que encuentra es un enorme obstáculo, digamos, una emergencia que le exige gastar todo el dinero que había ahorrado para su sueño, o un puesto al cual aspiraba y que, sorpresivamente, resulta eliminado en su empresa?
Estos obstáculos y sorpresas pueden desorientar y hasta dar una sensación de que están frenando su progreso.
Aunque inicialmente se puede ver a esos imprevistos como escollos y obstáculos, ellos están íntegramente ligados a la forma en que su vida está cambiando. Por ejemplo, podemos apuntar a concretar una meta en su carrera laboral, que no se manifiesta en la forma en que uno lo esperaba, pero, sin embargo, se puede aparecer un camino alternativo o una recompensa diferente.
Cuando se tropieza con problemas en el camino, no podemos perder el ánimo ni pensar que no merecemos o que no es nuestro destino alcanzar nuestras metas. Los obstáculos y los imprevistos son inevitables en el viaje del “héroe”.
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Son la señal de que está en camino. La energía del dinero puede fluir alrededor de estos imprevistos.
Ahora es cuando debemos crear nuevos espacios para ver cómo llegar a ser lo suficientemente flexibles como para permitir que fluya la corriente energética por nuestra vida. Para poder canalizar toda esa energía debemos aprender a volar hacia las metas, en lugar de golpearnos contra ellas.
Digamos que ya hemos elegido una meta “SAGAZ” y está firmemente fundamentada en una de sus intenciones de vida.
Imaginemos por un momento: hemos hecho un mapa del tesoro y limpiado el asunto del dinero pendiente. Nos hemos preparado de muchas formas para poder concretar esta meta en el plano físico. El poder de este contexto ha sido muy bien captado por el autor W. H. Murray, quién escribió lo siguiente:
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“Hasta tanto uno se compromete, existe la vacilación, la posibilidad de retroceder, siempre recursos ineficaces. Concerniente a todos los actos de iniciativa y creación, hay una verdad elemental, cuyo desconocimiento mata incontables ideas y espléndidos planes: que desde el momento en que uno se compromete, la Providencia también entra en acción. Ocurre todo tipo de cosas que acuden en nuestra ayuda, que antes nunca hubieran ocurrido. Todo un torrente de acontecimientos fluyen de la decisión, haciendo surgir a favor de toda una clase de incidentes, encuentros y asistencia material imprevistos, que nadie hubiera pensado que vendrían por este camino”.
Durante todo este proceso de atender nuestras metas, crece en forma que nunca nos habríamos imaginado, porque toda meta digna de consideración, se encuentra fuera de nuestra estructura de conocimiento. Al ir por ella se expande el sistema que contiene su actual imagen de nosotros mismos.
No podemos seguir haciendo las cosas igual que antes. Tendremos que abrirnos a los “incidentes imprevistos y asistencia material” que puedan aparecer en nuestro camino.
Al medir toda esta energía ahora mismo, estamos más centrados y mejor preparados para sorpresas inevitables. En nuestro camino del “héroe”, generalmente, denominamos a esas sorpresas inevitables “obstáculos”.
Hay cuatro principios para poder reconocer los obstáculos:
1. Los obstáculos y los consiguiente fracasos son reconocimientos de sus intenciones, no invalidaciones de las mismas.
2. Si nunca parecen obstáculos en el camino hacia sus metas, posiblemente no esté asumiendo un desafío.
3. Si únicamente se encuentra con obstáculos en el camino hacia su meta, puede ser que esté haciendo las cosas de la manera más difícil.
4. Las personas que tienen éxito eligen siempre sus metas e intenciones antes que sus planes.
Muchas veces son acontecimientos que nos aplastan y frustran. Sería muy raro escuchar a alguien celebrar los obstáculos, diciendo: “¡Oh, qué bueno!”. Sin embargo, los obstáculos son necesarios para el viaje del héroe. Definen su lección en la vida. Sin obstáculos no hay crecimiento. Sin crecimiento, no hay viaje.
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