La mayoría buscamos el amor como si intentáramos llenar una taza que gotea, que va
perdiendo su contenido.
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Cada vez que parece que obtenemos el cariño de una fuente exterior, en especial de otra
persona, no hacemos sino afianzar la idea de que el amor se puede encontrar fuera de
nosotros. Por consiguiente, el goteo es inherente al sentimiento de recibir amor o
aprobación.
De ese goteo forman parte el miedo a perder el cariño, el resentimiento hacia las personas
de quienes pensamos que deberíamos recibirlo, y el simple acto de apartar la vista del amor
que, por naturaleza, ya somos.
Una buena noticia para darle la vuelta a todos estos dilemas, basta con que sueltes el
deseo de amor o aprobación. También puedes acelerar el proceso buscando formas mutuas
de amar, en vez de intentar obtenerlo y buscar formas mutuas de ofrecer amor, además de
recibirlo.
Si tienes algún tipo de relación estrecha íntima, tu pareja, un amigo, un pariente; puedes
lograr el punto de amar lo mejor que sepas a la otra persona tal como es, entonces los dos
pueden relajarse y ser auténticos entre ustedes.
Esto favorece unas interacciones mucho más sanas y satisfactorias.
Debo destacar que hay unas cuantas claves importantes para poder mejorar las relaciones
y que a menudo se pasan por alto.
Una es su carácter de mutualidad: si interna o externamente haces algo que no sea mutuo
con tu pareja, lo único que conseguirás es que ambos se sientan frustrados.
El siguiente es un ejemplo sencillo de un conocido:
“A mi solo me gustaba ver películas de chicos, y la otra persona sólo quería ver películas de
chicas. Era todo un dilema cuando encendíamos la televisión o decidimos ir al cine. En vez
de intentar imponer nuestra voluntad al otro, o presumir que uno se debía sacrificar por el
otro, lo cual no hubiera sido una solución mutua, se discute abiertamente el tema, liberamos
los sentimientos que nos provocaba y empezamos a descubrir el tipo de películas del que
ambos pudiéramos disfrutar.”
Para que el amor sea realmente un apoyo ha de ser también incondicional. Cuanto más
capaz seas de dar de ti mismo y de ofrecer tu cariño sin esperar nada a cambio, más feliz
serás. En cambio, lo que la mayoría hacemos en una relación es un trueque: “Haré tal cosa
por ti, si tú haces tal otra cosa por mí”.
En el comercio, el trueque puede ser estupendo; sin embargo, el amor auténtico es algo
más que un trato comercial.
El amor o el cariño auténticos siempre han de servir de apoyo a los dos implicados. Si uno
da al otro a costa de sí mismo, no es un acto de dar. Son éstas unas situaciones que se
pueden convertir en una codependencia e incluso en un maltrato.
Por consiguiente, cuando des, asegúrate de que das algo que se desea y que tú también
disfrutas dando.
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Ahora bien, esto no significa que siempre tengas que hacer lo que el otro quiera; tampoco
significa que sólo debas hacer lo que tú quieras. Significa que los dos se permitan explorar
formas de relacionarse que sean mutuamente beneficiosas.
Harás grandes progresos si en tus relaciones íntimas sigues estas pocas orientaciones
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