El Gobierno federal ha concentrado todos sus esfuerzos para prohibir la venta e importación de vapeadores y cigarros electrónicos, pese a que médicos coinciden en que estas alternativas representan un menor riesgo a la salud de los adultos fumadores que el cigarro común y que lo mejor es cambiar a estas alternativas.
En entrevista radiofónica, José Manuel Mier, cirujano torácico y coordinador de la Clínica de Cáncer de Pulmón y Tumores del Tórax del Hospital Ángeles de las Lomas, señaló que el cigarro mata a nueve millones de personas al año a nivel mundial, debido al humo que produce y que contiene siete mil sustancias tóxicas, de las cuales 70 son carcinogénicas.
“Dejar de fumar es difícil, sólo 10 por ciento de los fumadores van a lograr dejar de fumar, esto es un drama porque el otro 90 por ciento sabemos que se van a morir de alguna enfermedad derivada del consumo del cigarro”, puntualizó.
El principal problema del cigarro común es la combustión. Al momento de quemarlo alcanza temperaturas de entre 850 y mil grados centígrados, lo que genera el característico humo que contiene las sustancias dañinas qué terminan consumiendo los fumadores y que son las causantes de las enfermedades comunes por tabaquismo.
En contraste, el también director del Instituto de Cirugía Torácica Minimamente Invasiva, explicó que en el caso de los calentadores de tabaco se utiliza hojas de tabaco, no contiene líquidos y como su nombre dice, lo calienta a través de una hoja metálica a 300 grados, por lo que no produce humo y de acuerdo a diversos estudios, reduce 90 por ciento la exposición a las sustancias tóxicas de los cigarrillos.
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“Nunca se quema, al no quemarse la sensación que obtiene el consumidor es una sensación que sabe a tabaco, huele a tabaco y emite una pequeñísima cantidad de vapor que asemejaría al tabaco, pero sin quemar”, indicó.
Por su parte, mencionó que los vapeadores utilizan un contenedor donde se coloca un líquido que puede contener o no nicotina, así como sabores y que posteriormente se va a calentar y aerolizar a través de una boquilla; mientras que el vapor que producen los cigarros electrónicos es un aerosol que produce 95 por ciento menos sustancias.
De acuerdo con el doctor José Manuel Mier, estos dispositivos son aprobados por diferentes autoridades sanitarias y reguladoras como la Food & Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, o la Public Health England, en Reino Unido, tras realizar diversos estudios con alto carácter científico que los avalan como productos de riesgo y exposición reducida.
Ante todos estos beneficios para reducir el daño en la salud de los fumadores adultos, Mier determinó que la comunidad médica y “toda la gente que se preocupa de la salud”, recomiendan que lo mejor para los usuarios que pretenden seguir fumando es cambiar a las alternativas sin humo.
“Entonces, en este punto es donde nosotros queremos recomendar a la gente que si no puede o no quiere dejar de fumar, que se cambie a otras alternativas”, sugirió.
No obstante, también recalcó que al no ser un producto inocuo no se debe ser utilizado por menores de edad, embarazadas o personas con cardiopatías, sólo aquellos sujetos mayores de edad que desean dejar o seguir fumando con un menor riesgo.
El experto puso como ejemplo a paises que han regulado correctamente las alternativas al cigarro como Japón, donde lograron que 40 por ciento de los fumadores migraran a estos dispositivos, alcanzando una importante disminución del porcentaje de tabaquismo.
En el caso de Reino Unido ha reducido 10 puntos porcentuales la cantidad de fumadores adultos, mientras que en Nueva Zelanda las autoridades persiguen el objetivo de llegar a cinco por ciento de fumadores adultos en 2025.
Una situación completamente diferente a la de México donde el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la prohibición de la importación y exportación de los vapeadores y recientemente la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) lanzó una alerta sanitaria máxima contra las alternativas, poniendo en peligro a la sociedad.
Estas prohibiciones abrieron la puerta a un mercado negro que está llegando acelerada e ilegalmente a los menores de edad, y está dejando a los consumidores adultos en el desamparo ante productos sin regulación sanitaria y quitándoles su derecho de elegir libremente por una alternativa más segura.
Por esa razón expertos coinciden en que el país debe avanzar hacia la regulación responsable y estricta, pues es la mejor forma de cuidar a los menores de edad y otorgar a los usuarios adultos, mayor seguridad y control sanitario de los productos que consumen.
JGR