La vida da muchas vueltas y aunque algunas veces parece que el destino estará marcado por la tragedia no hay que perder la bondad del corazón.
Muestra de eso es este perrito rescatado hace tres años, por la Organización No Gubernamental (ONG) Sidewalk Specials, quien lo rescató recién nacido de un basurero de Sudáfrica.
Cuando lo encontraron ni siquiera se podía mantener de pie de lo débil y enfermo que se encontraba, solo podía mover la cola como señal de que estaba feliz.
Con todo el esfuerzo del mundo arrastró una rebanada de pan blanco de caja y se las llevó a las rescatistas independientes.
Lo recataron, vacunaron, dieron un hogar temporal y finalmente después de 1 semana fue adoptado por Freya la más amorosa dueña que podría tener.
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Ella mantiene la tutela de Gunnar quien ya conoce la playa, tiene más compañeros lomitos y es un experto buscador de piedras “preciosas”.
Es increíble como los perros también han evolucionado y ahora son capaces de sentir gratitud hacia las personas que los ayudan.
MGG