De las obras faraónicas del actual sexenio, el Tren Maya es la más destructiva. El ferrocarril recorrerá los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. La obra se inició sin tener listos todos los estudios de evaluación de impacto ambiental y social exigidos por el marco jurídico, incluyendo las consultas legalmente obligadas a las comunidades indígenas y demás población, perjudicada directa o indirectamente por el proyecto.
A la violación del marco legal, incluyendo convenios internacionales, hay que agregarle la desinformación y opacidad que caracteriza a la mega obra, sólo explicable por la grave afectación a los suelos, los bosques, la selva, la biodiversidad, los sitios y la exploración arqueológica, y el modo de vida de millones de personas (miles de personas serán expropiadas o desplazadas), y que se busca ocultar a toda costa.
Las organizaciones sociales y ambientalistas han protestado y dado la pelea legal (han conseguido amparos), pero el gobierno se obstina en un proyecto inviable e inútil. Se despilfarrarán miles de millones de pesos, cuando se debieran destinar a las urgencias sanitarias y económicas del país. ¿Quedará impune la destrucción del medio ambiente y la desintegración de las comunidades de la región?
TW: Contrapunto TV
JGR